Reportaje
Exigía altos estándares de calidad a sus colaboradores y proveedo- res, algo que vivieron en carne propia los fruticultores interesados en abastecer con sus productos a Jumbo y Santa Isabel, impulsán- dolos a modernizarse y buscar nuevas variedades. En sus locales quería fruta en su punto óptimo, y su expansión a nivel regional contribuyó a incrementar el consumo en diversos mercados de Sudamérica. Paulmann UN IMPERIO QUE AYUDÓ A IMPULSAR EL MERCADO DE LA FRUTA Horst y Cencosud
Por Claudia Carranza C.
M
il novecientos sesenta y dos no fue solo el año en que Chile organizó su primer y único mundial de fútbol, donde obtuvo,
dejando su Alemania natal golpeada por la Segunda Guerra Mundial, ya se encontraban en suelo chileno, instalados en Temuco donde tenían un pequeño hotel restaurante. Fue entonces cuando un amigo de la familia llevó unas frutillas, que pusieron en la vitrina del bar. Según contó años después el propio Horst, se vendieron todas durante la misma tarde, incluso en menos de media hora, según algunos relatos. Aquel modesto e inesperado “éxito comercial”, gatilló el cambio de giro del negocio familiar, hacia un pequeño almacén de 45 metros cuadrados administrado por dos de los siete hermanos Paulmann: Horst y Jürgen.
por cierto, un memorable tercer lugar. También fue el germen de uno de los mayores imperios del retail a nivel latinoamericano. Hablamos de los inicios de lo que varios años más tarde se convertiría en Cencosud, de la mano de Horst Paulmann Kemna, cuya partida el martes 11 de marzo, a los 89 años, volcó las miradas a su historia. Si nos remontamos al lejano 1962, un suceso sin mayor importancia terminaría siendo determinante. Los Paulmann, que cruzaron el océano
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