Puntos de Vista
LA DEMOCRACIA EN CRISIS
Por Alejandro San Francisco Doctor en Historia Académico Universidad de Tarapacá
L
a crisis de la democra- cia es un tema recu- rrente en este primer cuarto del siglo XXI. Si la centuria anterior
jaque a las democracias. Desde luego, el sistema de libertad política hoy es una realidad y no una simple prome- sa; en términos generales, además, se presenta en casi todo el mundo como una aspiración o un modelo que es necesario mantener, aunque requiera adaptaciones y reformas. No obstante, su existencia es bastante más difícil de lo que sus defensores prometen o de lo que los pueblos esperan; la democracia soluciona algunos asuntos de manera clara –la resolución pacífica de los conflictos o la elección de autoridades, por ejemplo– pero sobre otros asuntos no tiene capacidad, rapidez o éxitos nítidos: la felicidad de las personas, la situación económica o el combate al crimen. Por cierto, podría decirse que no corresponde a la democracia garantizar esas situaciones, pero también es cierto que la promesa democrática muchas veces aparece omnicomprensiva, con las conse- cuencias que ello implica. Muchas veces nos han advertido sobre los problemas de la democracia, así como nos han mostrado sus enemigos al descubierto. ¿Cuáles son los enemigos de la democracia, como en pasado fueron los golpes militares o las revoluciones comunistas? Primero, es clave comprender que las dificultades no son similares a las del pasado y los adversarios no son tan nítidos. Ahí toman especial relevan-
terminó con una inmensa confianza en la democracia y en la economía libre –que resumió muy bien Francis Fukuyama en su tesis del “fin de la historia”, que se habría producido en el plano ideológico–, pronto algunas situaciones contribuyeron a matizar las visiones más optimistas del liberalismo. Una de ellas fue el atentado contra las Torres Gemelas, del 11 de sep- tiembre de 2001, que parecía ese choque de civilizaciones que había advertido Samuel Huntington. Otro fue el establecimiento del Socialismo del siglo XXI, en la otrora próspera Venezuela, bajo el liderazgo de Hugo Chávez y que desde el principio adoptó una dimensión latinoameri- cana. A lo anterior podríamos sumar otras cosas: la difuminación del peligro que había representado el comunismo durante la Guerra Fría, la dificultad de cumplir con los anhelos de la población con la llegada de la democracia, la irrupción de proble- mas nuevos en materia política, así como algunas crisis económicas que suscitaron críticas contra el sistema. Por lo mismo, hoy podemos ver algunas contradicciones que nos llevan a pensar y que han puesto en
cia el populismo, la polarización, las pulsiones autoritarias y la persis- tencia de la pobreza. El populismo exalta las pasiones y desprecia las instituciones; la polarización refleja una mayor enemistad que podría llevar incluso a disolver el pacto social ante la primacía de la discor- dia; el autoritarismo emerge como alternativa de solución y la miseria contribuye a acrecentar las protestas. Como es obvio, muchas de esas cosas forman parte de la democracia, pero la apelación al pueblo o las diferen- cias de posturas no pueden ser a costa de la destrucción de las instituciones, así como el crecimiento económico y el progreso social deben ser condicio- nes de una democracia sólida. ¿Cómo enfrentar la crisis de la democracia en el mundo contem- poráneo? Suele suceder, y este es el caso, que no hay recetas de manual ni soluciones universales para enfrentar las dificultades de la vida en sociedad. Sin embargo, es preciso
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