Editorial
Gustavo Yentzen Wilson Director Vision Magazine
del Después
fuego
E
ra la noche del 10 de diciembre de 1914. El aire estaba frío en Nueva Jersey, y el cielo, teñido
décadas. Y lo que es aún más importante: ambas enfrentan ahora el desafío de replantear, sin medias tintas, el modo en que abordan sus mercados. En el caso de la cereza, el reto es preservar su sitial como producto premium en China, y al mismo tiempo invertir en diversificación de destinos. En el de la uva, el llamado es a asumir de una vez que el escenario cambió: hay nuevos competidores, consumidores más exigentes y una presión creciente por mejorar la eficiencia y renovar la oferta varietal. Lo interesante —y a la vez esperanzador— es que ambas industrias podrían encontrar su salida por la misma vía: una estrategia colectiva. Producir, exportar e importar no pueden seguir siendo acciones desconectadas. Solo con una industria articulada, coordinada y alineada en sus mensajes será posible recuperar el paso, adaptarse a las nuevas reglas del juego y proyectar un futuro más resiliente y sostenible. Si hoy tuviéramos el privilegio de contar con el consejo de Mr. Edison —¡qué caro nos saldría!—, quizás nos recordaría algo esencial: no siempre podemos controlar lo que nos ocurre, pero sí cómo respondemos a ello. El incendio ya ocurrió. Seguir lamentando las pérdidas no aporta valor. Lo que toca ahora es cambiar la perspectiva, transformar la derrota en aprendizaje, el miedo en acción y el obstáculo en propósito.
de naranjo y humo, reflejaba el incendio descontrolado que devoraba el laboratorio de Thomas Edison. El centro de invención e innovación más importante de América —y seguramente del mundo— ardía sin control. Edison tenía 67 años. En medio del caos, su hijo lo encontró entre las llamas, contemplando en silencio el espectáculo dantesco que provocaba el fuego. —¿Qué haremos ahora, padre? —le preguntó. La respuesta fue tan seca como demoledora: —No hay valor en llorar por lo que ya no existe. El fuego nos ha hecho un favor. Todos nuestros errores están quemados. Mañana comenzamos de nuevo. Y así fue. Al día siguiente, Edison se reunió con su equipo, proveedores, clientes, bancos, y en pocas semanas, la fábrica volvía a operar. Recordé esta historia el pasado mes de junio, cuando nos tocó organizar y participar en dos eventos clave para la fruticultura chilena: CherryTech y GrapeTech, centrados en proveer un espacio de encuentro y análisis para las industrias de la cereza y la uva de mesa, respectivamente. Aunque se trate de productos radicalmente distintos —con trayectorias, mercados y estrategias propias—, comparten una misma herida: ambas vienen de su peor temporada en
Lo que toca ahora es transformar la derrota en aprendizaje, el miedo en acción y el obstáculo en propósito.
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